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Focus num 18 de 06-2014

EL VERDADERO PROBLEMA ESTÁ EN ADOPTAR UN CAMBIO IMPORTANTE DE CULTURA QUE ADEMÁS, SUPONE SOBRE TODO, UN CONFLICTO EMOCIONAL Y PSICOLÓGICO INDIVIDUAL. chos, aunque se les proporcione una alternativa que no solo soluciona estos inconvenientes, sino que además reporta otros beneficios. ¿Qué pasaría si te quitasen el despacho? Casi puedo ver cómo las neuronas de mi interlocutor se ponen a trabajar rápidamente buscando la respuesta correcta. Los más “diplomáticos” suelen empezar diciendo que si tal medida va a beneficiar a la empresa, les parece bien. Pero no pasa mucho tiempo cuando surge una retahíla de objeciones, algunas en nombre de los intereses de la compañía: › Es que yo mantengo frecuentemente reuniones confidenciales. › Podemos habilitar varias salas para este tipo de entrevistas en número suficiente y con las condiciones de privacidad requeridas. Y no solo pequeñas, también de otros tamaños en función de las necesidades de todos los empleados. › Es que yo tengo al día muchas conferencias y molestaría a los demás. › Podemos habilitar numerosos phone boxes con unas condiciones de insonoridad absolutas y equipadas con tecnología para realizar incluso video conferencias. › Es que me suelen visitar clientes importantes y yo necesito un despacho que de prestigio a la Compañía. › Podemos diseñar espacios específicos a tal efecto, que además estén ubicadas en un área para visitas que proporcione privacidad al resto de la oficina. › Es que …. Siempre hay impedimentos para los que suele haber soluciones y también con diferentes posibilidades según necesidades. Realmente el problema no es físico. El verdadero problema está en adoptar un cambio importante de cultura que además, supone sobre todo, un conflicto emocional y psicológico individual. No es nada sencillo aceptar el cambio, pero si además conlleva la pérdida de un privilegio ganado “a pulso”, la pérdida de la imagen de poder que hemos logrado alcanzar y del reconocimiento que nos distingue de los demás, la resistencia es aún mucho mayor. Hay empleados que tienen la convicción de que en su empresa no eres nadie si no tienes despacho, de que si te lo quitan es una vergüenza y una mancha en tu carrera, que Salvo pocas excepciones, no hago más que toparme con oficinas llenas de despachos. Algunos tienen el tamaño de un enorme salón, otros no distan mucho de ser un cubículo. Los hay con una, dos, tres o más ventanas. De interior o exterior, de esquina o fachada, de planta presidencial o no. Algunos tienen una mesa de reuniones, incluso para más de diez personas, además de sofás, sillones, mesita de centro…. Con o sin televisor, de muchas o menos pulgadas. Con cafetera, mini bar, sillón de masajes, cuarto de baño particular….. En fin, una amplia gama de posibilidades en función del rango de quien lo ocupe. Y en no pocas ocasiones, también me he encontrado con una “despachitis” aguda que impera sobre las necesidades reales de espacio del resto de los empleados. Un despacho por cada cuatro puestos de trabajo y además con un bajo nivel de ocupación, no es una práctica poco habitual, mientras que el resto de la plantilla comparte un espacio proporcionalmente reducido, donde alguien que intenta trabajar de manera concentrada, tiene a su izquierda otra persona en mitad de una conferencia y a su derecha un grupo reunido. Por no hablar de los que acuden a los servicios para mantener una conversación telefónica privada o a los pasillos para una reunión informal. Pero lo que sigue llamando la atención, es que algunas de estas empresas prefieren continuar con sus problemas de espacio y mantener intactos sus despa- 13


Focus num 18 de 06-2014
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