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La “Generación X” buscaba sobre todo el éxito propio a cualquier precio. Ya fuera consiguiendo grandes logros académicos, como por ejemplo tener además de la licenciatura diferentes másteres y varios idiomas, como alcanzando grandes logros profesionales tras frenéticas, continuadas y casi inacabables jornadas. Actualmente la “Generación Y” está copando los puestos que va dejando libre la casi extinta “Generación del baby boom” y ellos traen consigo una forma de trabajar diferente. Muy ligada a la palabra “compartir”. Compartir conocimiento, éxitos, experiencias y por supuesto, tiempo. Esta nueva generación disfruta haciendo cosas con otras personas, trabajando en equipo y, en definitiva, siendo solidarios. La solidaridad en el mundo de la empresa yo la entiendo del mismo modo en el que se da en los deportes de equipo. Todos defendemos y todos atacamos porque tenemos objetivos compartidos. No se trata de que yo destaque o de que yo cargue con toda la responsabilidad, el equipo está por encima de los individuos y las metas individuales se supeditan a las del equipo. La definición de la RAE de la palabra solidario es: “Adherido o asociado a la causa o empresa de alguien”. Dicho de otro modo, hacemos nuestra la causa de otra persona, departamento u organización. En los niños la solidaridad también se da desde pequeños. Hay estudios que muestran a niños de 18 meses ayudando a adultos a hacer tareas que, supuestamente, ellos no pueden hacer. El adulto hace gestos pidiendo ayuda y el niño acude rápidamente a ayudar. Es algo innato en nosotros, por tanto utilizarlo en el mundo de la empresa para conseguir objetivos de equipo ha de ser algo natural y espontáneo. CÓMO LO HACEN LOS NIÑOS Los niños encuentran un objetivo mayor en compartir y ser solidarios con otras personas y éste no es otro que sentirse bien con su entorno. Al mostrar solidaridad, están fomentando un contexto donde todos caben y la satisfacción que reciben y procuran es mayor. La solidaridad les ayuda a forjar su rol social. No ser solidario para un niño significaría pensar solo en sí mismo y no en los demás, lo que lo dejaría expuesto al juego en solitario. Algo que los niños evitan a toda costa. QUÉ NECESITAN LAS ORGANIZACIONES Lo primero es reconocer que los equipos que son solidarios trabajan como equipos de alto rendimiento, porque hacen que los demás saquen lo mejor de sí mismos. LA “GENERACIÓN Y”, SI EL ENTORNO LO FACILITA, SON SOLIDARIOS DE FORMA ESPONTÁNEA. NO EN VANO SOLO BASTA MIRAR CÓMO FUNCIONAN LAS REDES SOCIALES PARA DARNOS CUENTA DE QUE LA PALABRA “COMPARTIR” ES LA CLAVE. Las empresas necesitan entender que los objetivos compartidos siempre serán más poderosos que los objetivos enfrentados. Esto que parece de Perogrullo ocurre con demasiada frecuencia en grandes compañías. Los objetivos de departamento, antagónicos a los objetivos del departamento vecino. Los objetivos de compañía, opuestos a los de la matriz. Los objetivos de mi jefe, alejados de los de mí puesto… y así sucesivamente. La manera de salvar lo anterior pasa por ser solidarios, es decir, saber ceder para adherirse a la causa de otro. Ceder no es perder, es dar para conseguir más en el futuro. La empresa matriz que consigue sus objetivos, invertirá más en la compañía local. El jefe que ve en ti un aliado, reconocerá más tu esfuerzo que si ve en ti un “rebelde sin causa”. El departamento que ve en el departamento vecino un apoyo, tendrá más dificultades para generar conflicto entre ambos. Esto que puede parecer “naive”, está basado en mi experiencia de más de 14 años trabajando en multinacionales y de casi 9 trabajando con clientes de diferentes sectores donde, cuando he visto y sentido solidaridad en los equipos o en la organización como sistema, este entorno ha generado mayor rendimiento y por tanto mayor productividad en las personas que trabajaban en ella. Por el contrario, cuando había luchas internas de poder, objetivos opuestos y casi incompatibles, los conflictos y el entorno tóxico era lo que predominaba, haciendo que lo que nos importa, el rendimiento y la productividad entendida como cuenta de resultado, se viera significativamente afectada. La “generación Y” esto lo entiende perfectamente y, si el entorno lo facilita, son solidarios de forma espontánea. No en vano solo basta mirar cómo funcionan las redes sociales para darnos cuenta de que la palabra “compartir” es la clave. Mi conclusión sin duda alguna es que ser solidario con tus compañeros, jefes y equipo te traerá en el medio y largo plazo más satisfacciones que costes. Si perteneces a la “generación X” como yo, probablemente tendrás que eliminar creencias y cambiar conductas que llevan contigo mucho tiempo. Mi invitación es que lo pruebes, que te des la oportunidad de trabajar desde la generosidad y estoy seguro de que vas a provocar cambios en tu alrededor que te permitirán alcanzar nuevas metas. 7


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