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El Síndrome del Knowmad se basa en la máxima de pen-sar que tener la posibilidad de trabajar cuando quieras genera mayor felicidad. La felicidad no está asociada a la forma de trabajo nómada que podemos hacer sino a la capacidad de gestión del tiempo. El nivel de madu-rez como profesional está en el manejo del tiempo de trabajo, en un momento en el que no hay horarios sino libertad de dedicación. Me encantaría trabajar algunas ideas preestablecidas que se están convirtiendo en usos y que deben analizarse para ser un buen knowmad y no caer en este síndrome empequeñecedor: 1. Tú no eres el dueño del tiempo de los demás.  Te acabo de enviar un mail, ¿qué me dices? Tu libertad de emisión del mail en el tiempo y lugar que quieras se convierte en la esclavitud del que te tiene que contestar. El concepto de “empatía tecnológica” habría que enten-derlo en multitud de jefes que creen que enviar un mail implica hacer las cosas, o que un domingo por la tarde SÍNDROME KNOWMADS EN TIEMPOS DE TRABAJO CONTINUO es un tiempo ideal para que te den una contestación tus colaboradores. Nadie puede impedir tu libertad de emisión, pero igualmente debes tener que pensar que tu colaborador tiene la libertad de contestar cuando lo con-sideres. No se trata de restringir horarios como tratan de hacer los franceses sino de educarnos en el arte de dar sin esperar recibir. Como decía Kierkegaard: “La puerta de la felicidad se abre hacia adentro, hay que retirarse un poco para abrirla, si la empujas la cierras cada vez más”. La libertad de tiempos de trabajo se puede convertir en esclavitud si creas la obligación de la contestación. No se trata de impedir a los jefes o compañeros que te envíen la información sino que estén educados en atemperar sus necesidades de contestación inmediata. Y manifies-to, como Susan Sontag, que nos decía: “Lo que fue banal puede, con el paso del tiempo, llegar a ser fantástico o fatal”.  Tu tiempo no es el tiempo de los demás y tu forma de gestión no debe predisponer a pensar que es el tiempo que deben utilizar los demás. 2. Disponer de la tecnología no implica utilizarla.  Si ponemos medios para que la gente pueda trabajar con libertad no debemos restringir su uso como obligatorio. Encerrar el medio de trabajo en el fin es una visión habitual de considerar la tecnología como un valor compensatorio. Los flamantes smartphones y los sofisticados CRM que te encadenan en tus respuestas, más que darte capacidad, te generan ladrones de tiempo. Si tienes 20 grupos de proyectos en el Whatsapp que contestar, hacer cinco twitter por la mañana, publicar dos artículos en Linkedin, y además contestar a todos los mails del día, ¿dónde están sus venta-jas?  Encerrarnos en la tecnología es generar un ecosistema de deberes más intensivo en tiempo; eso sí, lo puedes hacer tomando una cerveza aunque no disfrutes de ella. A veces LA RELAJACIÓN TECNOLÓGICA DE PODER NO MIRAR A LOS OJOS CUANDO PONES UNA COMUNICACIÓN HACE CAER EN MENSAJES HIRIENTES Y DE DIFERENTES INTERPRETACIONES. pienso: ¿trabajo más cuando estoy de viaje que cuando estoy en la oficina? ¿O simplemente mis balances vitales son peores porque tengo yo la responsabilidad de mi tiem-po de trabajo? De aquí surge una forma de pensar llamada “Slow technology”, que se trata de utilizar adecuadamente la tecnología al momento y, sobre todo, a tus balances vitales. No se trata de ser un beligerante antitecnología que no lleva a nada por la configuración del trabajo actual sino un profe-sional que disfruta de la tecnología. Saber utilizar la tecnolo-gía y dedicar sus tiempos pausados y personales en trabajar no implica mirar obsesivamente tu smartphone cada media hora. La tecnología es un medio donde se demuestra tu capacidad para gestionar tu tiempo. Como decía Kant: “Sólo puedo sentirme obligado hacia los demás en la medida en que me obligo al mismo tiempo a mí mismo”. El mensajero (la tecnología) no es el problema sino tu incapacidad para gestionar tu tiempo. Todavía recuerdo aquel turista (que no viajero) que ante una puesta de sol en Venecia junto a su pareja, estaba haciendo una infografía y se perdía el paisaje y la sonrisa de su amor. Igual que el selfie condiciona tu forma de mirar (ves pero no miras) tenemos a la persona con Síndrome Knowmads que en vez de trabajar solamente despeja la información. 3. Centrarse en lo esencial y evitar lo superficial.  La posibilidad de contestar a todo genera tiempos de tra-bajo intensivos. Parece que un mail no es contestado si no dices que lo vas a contestar aunque no sepamos todavía que le vas a contestar. Entramos en bucles de superficia-lidad de información del trabajo; frente al spam comercial habría que introducir un botón de pánico para desmoronar el spam comunicacional. Las personas que tienen el Sín-drome Knowmads no saben utilizar “el silencio tecnológi-co”; no comunica quién más dice que está comunicando sino el que sabe utilizar sus silencios tecnológicos. Siempre recordaré la frase de George Ward: “El pesimista se queja del viento, el optimista espera que cambie y el realista ajus-ta las velas”. Ajustar las velas es pensar las contestaciones, mirar alternativas y no convertir una decisión empresarial en un diálogo de adolescentes con subida hormonal, que es lo que son algunos whatsapp de trabajo. La tecnología posibilita el spam conversacional y nos evita centrarnos en lo esencial, y no es un problema de número de caracteres (se puede ser muy superficial en 140 caracteres y muy profundo en 2 caracteres o en 300). Habría que hacer un análisis de la inutilidad de la utilización de la tecnología 11


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