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I. ¿Por qué se da el feedback?  Porque es un derecho de un colaborador saber qué opina su jefe y que este se preocupe por el desarrollo de sus colaboradores. II. ¿Para qué se da el feedback?  Para cambiar y mejorar en un futuro sabiendo el impacto y efecto que sus conductas tienen en el trabajo. III. ¿Quién da el feedback?  Por supuesto, el jefe, que para eso dirige. El directivo no es un coach (gran error aquellos que se llaman líder-coach) sino una persona que tiene que dirigir y se espera de él un sincero feedback sobre el trabajo. IV. ¿Cómo se da el feedback?  Hay que trabajar el discurso del feedback, los elementos positivos y negativos, utilizar el “no obstante”, el “a veces”, las opiniones de otros, etc. Son técnicas narrativas muy necesarias para conseguir un buen efecto de tus opiniones. V. ¿Cuándo y cuánto se da el feedback?  El feedback tiene un claro recorrido operativo. Los rodeos y las hipérboles no son buenas para dar feedback e igualmente que la ironía y el sarcasmo, aunque no debemos olvidar el humor. Dar feedback es una tarea, no un suplicio y, por supuesto, no una diversión. Por tanto, el cuándo y el cuánto deben modularse para dar un feed-back operativo, certero y dialogado. En síntesis, como se dice en este escueto proverbio ale-mán: “Cuando el jefe manda bien, huelgan las preguntas”. CUARTA FRASE: “Perdona, como sabes, no soy muy bueno leyendo las expresiones faciales, pero esta vez voy a arriesgarme: o estás triste o tienes nauseas”. El lenguaje no verbal es fundamental para dar un buen feedback. El manejo de la voz (modulada), la mirada, la expresión con las manos y, en general, la actitud vital frente a una tarea tan ingrata que denota la excelencia directiva. Hay un término o neologismo usado mucho en las redes sociales que me encanta y que es la palabra “postureo”. El postureo consiste en expresar formas de comportamiento y de pose, más por imagen o por las apariencias. Se nota el feedback de postureo, no preparado, improvisado y, ante todo, no centrado en ayudar a la persona. Trabajar el comportamiento no verbal no es imitar gestos de postureos sino más bien centrarse en expresar lo no verbal lo mismo que lo verbal. Y, ante todo, ser sincero sin sobreactuar desde la posición directiva, no te pase lo que contaba Jorge Semprún sobre La Pasionaria, que en su pedestal le dijo: “Jorge, tengo que hacerte una autocrítica”. Más que hacer “autocrítica” a los demás háztela a ti mismo en tu forma de dar feedback. Y, por último, QUINTA FRASE: “¡Zas, en toda la boca! (Bazzinga)” Esta expresión de Sheldon, inventada por él, la suelta después de que alguien cae en una de sus bromas. Esta expresión indica la actitud competitiva de cualquier relación que Sheldon entabla y me recuerda a los directivos cuando quieren que su feedback sea memorable. La calidad y valoración del feedback no depende de tu valoración propia sino de los demás. Mu-chas veces crees que una persona está convencida de lo que le dice por decírselo, cuando lo habitual es que esté informado pero no lo asuma. El feedback es un manjar de cocción lenta, preparación minuciosa y para saborear a largo plazo. No busquéis la medallita después del fee-dback sino tu autoevaluación de la honestidad de cómo lo has hecho. Yo siempre digo que el feedback se puede convertir en un elefante blanco, y cuento la historia del antiguo rey de Tailandia que cuando estaba descontento con un súbdito le regalaba un Elefante Blanco. Era una animal sagrado, muy apreciado y un gran presente, pero el agraciado estaba obligado a cuidarlo y a permitir el acceso a quién quisiera verlo antes, con lo que a menudo se acababa hartando de la situación. El feedback debe ser conciso, persistente y espaciado en el tiempo, porque si no estamos regalando un Elefante Blanco. En resumen, el síndrome Sheldon Cooper lo tienen mu-chos directivos a la hora de dar feedback, porque tienen muchas expectativas y prejuicios, muchos metros cua-drados de ego, no valoran su importancia, no acompañan su lenguaje verbal y, al final, buscan una lógica competi-tiva cuando es un proceso eminentemente colaborativo. Aprender a dar feedback es una habilidad mágica que debemos ejercitar desde la escuela, y seguramente nos iría mejor como directivos, pareja, amigo, padre, etc. Todos los roles necesitan de dar feedback para saber autorregular su conducta, porque si no nos veremos como Sheldon, enfrente de una puerta diciendo: “Toc, toc, Penny, toc, toc, Penny, toc toc”. EL FEEDBACK ES UN MANJAR DE COCCIÓN LENTA, PREPARACIÓN MINUCIOSA Y PARA SABOREAR A LARGO PLAZO. 30


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