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› “Los que se enamoran de la práctica sin la teoría son como los pilotos sin timón ni brújula, que nunca podremos saber dónde van”. Hay que volver a hablar de confianza, de compromiso y de liderazgo auténtico porque no se trata sólo de hacer sino de, tras hacer, saber por qué se hace. › “Así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, así una vida bien usada causa una dulce muerte”. El dulce sueño de querer cam-biar sólo es reparador si realmente se cambia. A las empresas o se las mata o se las vivifica pero no se las puede dejar en ser zombis. Pervivir como una empresa Frankenstein que tiene plantillas escasas, res-guardadas tras la nómina, aguantando el temporal sin las ganas de ser más, de crecer e incluso de fracasar pero luchando, que es lo que verdaderamente necesitamos para la recuperación. Más allá de criterios estrechos de supervivencia ha llegado el momento de arriesgarse a salir del cascarón, de querer ser más porque ser menos simplemente nos lleva a mantenernos en ser menor. Así pues, rompamos el síndrome Frankenstein y no espe-remos que alguien de fuera nos encuentre nuestra recu-peración. El principio de la regeneración está en nuestra actitud hacia el cambio e igual que la primavera renueva la naturaleza, nosotros debemos hacer brotar la ilusión, la confianza y el compromiso en nuestro maravilloso presen-te. Y como siempre nos quedará el gran gurú del cambio, que no es otro que Groucho Marx, cuando nos decía: “¿A quién va usted a creer, a mí o a sus propios ojos?”. Por favor, dejad de ser zombis y ved con vuestros propios ojos la recuperación y no lo que diga Guindos. Yo, por si acaso, me acabo de cambiar de gafas y… de mirada. podemos vender, donde la humildad sea una aproxi-mación habitual, que la honestidad se desprenda con el ejemplo y que volvamos a creer que la humanidad es la base de la dirección. El líder 3H (Honesto, Humilde y Humano) surge como el mejor paradigma para crear el nuevo caldo de cultivo de la confianza. No volvamos a caer en esotéricos mensajes sobre el talento, las competencias o el coach líder etc., que son superfluos eslóganes para ocultar al verdadero concepto que no es otro que el de las personas. Un líder para el que las personas sean un fin y nunca un medio o un recurso humano. En fin, a la manera en que se utiliza el fuego en el Mediterráneo, quememos los viejos usos de las empre-sas y profesionales zombis, y cual inmensa primavera volvamos a eclosionar la confianza y el compromiso en las empresas creando nuevos equipos con un líder emocionalmente más cercano. Como Frankenstein, hay que renacer de lo inerte sin ser prisioneros de lo anterior. Me niego a pensar que no somos capaces de cambiar nuestra actitud para conseguir tener una verda-dera recuperación. Para acabar, con quién mejor que con Leonardo Da Vinci, que tanto nos enseñó sobre el cambio en aquella época mágica que fue el Renacimiento. Hay tres píldoras leonardinas que me gustaría compartir porque nos invitan a pensar en este cambio en tres direcciones: › “Quien de verdad sabe de qué habla no en-cuentra razones para levantar la voz”. No hace falta predicar en la necesidad de cambiar la actitud para recuperarse. La lógica de la razón siempre es una emoción. MÁS ALLÁ DE CRITERIOS ESTRECHOS DE SUPERVIVENCIA HA LLEGADO EL MOMENTO DE ARRIESGARSE A SALIR DEL CASCARÓN, DE QUERER SER MÁS PORQUE SER MENOS SIMPLEMENTE NOS LLEVA A MANTENERNOS EN SER MENOR. 78


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