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› Siempre hay más información por descubrir. Conocer tu playa no supone conocer el océano. Es habitual pensar en términos de dominios personales cuando lo mejor sería pensar en los océanos que desconocemos. Hay tanto tiempo, espacio y temas para crear y soñar que no podemos dibujar futuros desde una visión pequeña de nuestro trabajo actual. Pero sólo se consigue trabajando, pues como contaba el fabulista La Fontaine, “el trabajo es el único capital no sujeto a quiebras”. Trabaja sabiendo lo inagotable del universo del saber y pon en solfa una visión enciclopédica de tu profesión, frente a la humildad del que sabe. › La necesidad de información traspasa todas las fronteras. Como hacía Walter Mitty, no hay limitaciones físicas más potentes que las personales. Centrarte en pensar en tu espacio, en tu tiempo y en un lugar es una visión trasnochada; hoy hay que visualizar el futuro como el campo de tu fantasía y el mundo como el ámbito de tu trabajo, porque como decía Berenice Abbott, “ninguna ficción o invención llega a ser tan extraña o fantástica como la vida cotidiana que nos rodea”. No hay que ir porque todo está aquí. › No hay que llevar traje para ser formal. No se es más productivo porque se trabaje unas horas. Hay que pensar que el saber soñar es la base de tu desarrollo profesional, y por tanto, poner sólo foco en tu laboriosi-dad súper-empequeñece tu futuro. No se mide el traba-jo sólo por el tiempo sino más bien por los resultados independientemente del tiempo que te lleven. Lo formal no es un traje, un horario o unas normas sociales, sino el ser honesto contigo mismo, el respeto a las ideas de los demás y fundamentalmente comunicar aceptando el cambio sin perder la compostura de tu ser. › Ser muy bueno no basta. Ser bueno no es un es-tadio, es un proceso. Nadie nunca es suficientemente bueno si no está en el camino de ser mejor cada día. El énfasis está en la mejora continua y no en el calificativo de ser bueno. Ser excelente también puede ser una simple palabra huera si no se habla del camino a la excelencia. Nadie es siempre excelente, y Goethe lo expresaba en una frase: “No preguntemos si estamos plenamente convencidos sino tan solo si marchamos por el mismo camino”. En fin, Google ha expresado en una serie de lemas su forma de soñar y, por tanto, ha encaminado su forma de percibir el trabajo. Como Walter Mitty, sin fantasías laborales no merece la pena trabajar. Trabajar supone creer en hacer realidad tus fantasías en el ámbito laboral; ahora bien, sí hay que saber soñar para evitar sufrimiento espurio. Como decía Quevedo, hay que soñar lo justo, el que sueña con grandes resultados puede defraudarse y el que sueña pequeñas cosas solamente deseará su desidia. Saber soñar implica soñar un poco cada día y estar continuamente soñando nuevos retos cuando se consigue mucho. El soñador es un insatisfecho continuo que obtiene su satisfacción en volver a soñar cada día. O como decía Walter Mitty, “soy aquel que quiero ser”. Te pueden engañar en el sueldo, en el trabajo, en la política, pero seguro que nadie puede engañarte en tu sueño aspiracional. Que ustedes lo sueñen bien, pues un buen sueño es el principio de su valor profesional. CENTRARTE EN PENSAR EN TU ESPACIO, EN TU TIEMPO Y EN UN LUGAR ES UNA VISIÓN TRASNOCHADA; HOY HAY QUE VISUALIZAR EL FUTURO COMO EL CAMPO DE TU FANTASÍA Y EL MUNDO COMO EL ÁMBITO DE TU TRABAJO. › Es mejor ser rápido que lento. Saber soñar no implica embobarte en tus sueños, sino en gestionar tu presente con rapidez para obtener tus servicios. La rapidez no es sinónimo de no calidad sino de respeto a tu tiempo vital. No podemos pensar en imposibles que implican tiempos externos sino en operativizar tu hacer con la fuerza de tus sueños. Como dice Simeone, entrenador del Atlético de Madrid, hay que obtener resultados partido a partido, pero esta visión productiva supone un fuerte sueño de poder ser. En su último libro, “David y Goliat”, Malcom Gladwell explica que en el arte de luchar contra gigantes vale más la palanca de la fantasía que la laboriosidad del trabajador productivo. › La democracia es una buena forma de gobier-no. El mundo web ha revitalizado la importancia de las experiencias personales. El trabajo de todos los usuarios crea nuevas experiencias colectivas. Los sueños son más posibles cuanto más los compartimos. Cualquier solución en la red necesita del colectivo para crecer y en este momento vemos que la rebelión de las masas de la que hablaba Ortega y Gasset es la rebelión de la red. La democracia de los conocimientos es el nuevo paradigma del aprendizaje, no sabe el que sabe sino el que sabe dónde se sabe. › Las respuestas pueden llegar a cualquier lugar. Este mundo global no tiene limitaciones más allá de las que la gente se autoimponga. La multitud de medios de acceso a la información, la movilidad de dicho acceso y, ante todo, el mayor nivel de homologación del conocimiento considerado como útil por la mayoría de las culturas suponen un mundo ideal para nuestras fantasías laborales. Y como expresaba aquel proverbio chino, “jamás se desvía uno tan lejos como cuando cree conocer el camino”. › Se pueden conseguir beneficios siendo hones-to. La relación entre honestidad y saber soñar es pre-ciosa. Nadie puede soñar con medios ilícitos y sentirse profesional. Como decía mi abuelo palentino, “no hay nadie peor que el agricultor que vende lo que aún no ha cosechado”, y ante todo, evitar que una fantasía se comporte como una realidad. Necesitamos soñar pero también no vender los sueños como realidades. 86


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