Las verdades del barquero

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24 ORH FOCUS MARZO 2014 Siguiendo las tesis de Archier y Serieyx, uno de mis mentores y catedrático de la Universidad Complu-tense de Madrid D. Francisco Parra Luna señalaba en una de sus obras la contradicción que se produce entre los grados y tipos de formación académica y profesional que la empresa necesita y lo que el siste-ma educativo ofrece. La contradicción entre el sistema educativo y el productivo es un hecho: el bache entre ambos parece insalvable y su divorcio irreconciliable. Son sistemas que ni se hablan ni se relacionan entre sí, y, lamen-tablemente, tampoco parece que vayan a hacerlo en el futuro. La empresa no está en la universidad ni en la escuela, ni la escuela ni la universidad están en la empresa. Una cosa es lo que el sistema educa-tivo produce y otra muy distinta lo que el sistema productivo necesita. ¿Qué pasaría si su organización se dedicase a fabricar aviones o fuese una entidad financiera y su departamento de formación impar-tiese programas de, por ejemplo, ornitología? Pues algo parecido es lo que sucede en nuestro país entre la universidad y la empresa. El sistema educativo produce una serie de títulos que el sistema productivo no necesita y deja de producir otros que sí se requieren; por eso suelo decir que lo que se está produciendo en nuestro país es una “talenflacción”: por un lado hay mucha gente en el paro, pero hay perfiles que la empresa necesita que no existen en el mercado laboral español. La escuela y la universidad ense-ñan a memorizar y las empresas necesitan gente que sepa pensar; se demandan competencias para resolver problemas complejos de trabajos tácticos que el sistema educativo no sabe proporcionar. Las compañías necesitan del máximo esfuerzo de todos y cada uno de sus trabajadores para ser competitivas, pero el siste-ma educativo fomenta el mínimo esfuerzo. Nuestro sistema educativo se basa en la industrialización de la información a partir de la memoria, en el que se sirve un frio y amargo “café para todos”, ignorando las más evidentes bases del aprendizaje. Estamos perdiendo interés por lo básico -ciencias, trabajo duro y ahorro- y convirtiéndonos en una socie-dad postindustrial subvencionada y especializada en el consumo y el paro. España tiene la mayor proporción de titulados universitarios de los países con los que quiere competir, pero solo un 12% de la población habla inglés, a la vez que padecemos, paradójicamente, una preocupante escasez de profesionales en sectores como el sanitario, tecnológico o químico; y todo por no hablarles de nuestras posiciones lastimosas en los rankings mundiales de la educación. Hace muy poco se publicaban las recomendaciones para salir de la crisis de cien, probablemente las más importantes, personalidades del mundo de la empresa en España, y casi todos coincidían en llamar la atención sobre la necesidad de renovar el sistema educativo para adaptarlo al productivo. Vergüenza tenía que dar a nuestros representantes que sean incapaces de elaborar una Ley General de Educación que se concentre en cómo formar a los ciudadanos para ser más productivos y hacer que nuestro país sea más próspero. Es necesario que los políticos se olviden de sus renci-llas ideológicas -que, por cierto, nos importan “un ble-do”- y que se comprometan más con nuestra compe-titividad que con sus trasnochada pseudo-ideología; y eso, señoras y señores, significa entre otras cosas armonizar y establecer una mayor coherencia entre la educación y la producción; por ello, y porque sería más que deseable para el futuro de nuestra competi-tividad, me atreví ya hace tiempo a proponer algo en lo que creo: la creación de un Ministerio de Educación para el Trabajo (fíjese que digo “para el Trabajo” y no “Educación y Trabajo”), entre cuyos ratios de gestión aparecieran el de adecuación entre la educación y la empresa. Sería una mágnifica forma de superar esta maldita contradicción. UNA COSA ES LO QUE EL SISTEMA EDUCATIVO PRODUCE Y OTRA MUY DISTINTA LO QUE EL SISTEMA PRODUCTIVO NECESITA. LAS VERDADES DEL BARQUERO CONTRADICCIONES ENTRE EDUCACIÓN Y EMPRESA AUTOR/ José Manuel Casado, Presidente de 2.C Consulting. MÁS INFORMACIÓN /


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